Torneo LXXXI: Israel Canseco Ruíz

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Mi querida Tercera Fuerza: "Regresé a jugar al Pedro Vázquez..."



San Bartolo Coyotepec, Oaxaca a 12 de Julio de 2022



REGRESÉ A JUGAR AL PEDRO VASQUEZ


Lo que no me gusta de la naturaleza humana es que uno envejece y ya no puede uno jugar como quisiera. Por eso, jugar en tercerita es una dicha de cada semana a la vez. Ayer, por ejemplo, cachando saqué a Memo Cortés en un tiro a primera y todos mis achaques de la edad se olvidan y tiene sentido el tufo a alcanfor, mentol, mariguanol, árnica y ungüento para ubres de vaca.

Regresé a jugar al Pedro Vázquez, tengo la evidencia que es una experiencia de adrenalina pura. En una jugada en home, tras una barrida del “Capu” y un tiro picado del “Rudo” salió más polvo que de una nalga de niño pequeño lleno de talco, la tierra alrededor del plato estaba más desintegrada que cámara de diputados, la culpa no es de la liga, más bien, es que no ha llovido lo suficiente y si creen que exagero habría que ver el partido anterior, el ampáyer Rosas tuvo que llegar con un soplador de palma para disipar el polvo de la última jugada en home en la que Petroleros ganó a San Pablo Huixtepec, el jugador Erick se barrió en la 9ª entrada y tras disipar la nube de polvo y cal, se declaró el cardiaco gane de los pupilos de Jearim Lorenca.

Lo más paranormal ocurre en la 1ª base. Si un tiro bota antes de la almohadilla pasan dos cosas: la pelota se entierra cual chicatana entre la tierra suelta o simplemente se escurre y la miserable bola no hace el bendito bote y el primera base queda exhibido como un maleta.

Cuando usted amigo de 1ª fuerza nos visite… en unos 20 años más o menos y conozca nuestros terruños domingueros verá de todo lo que se pierde: las tertulias mas amenas después de cada partido, los mejores tacos de chicharrón, sangrita o bistec, las cervezas enfriadas en hielo y nadie podrá cuestionar que enfriadas así saben mejor, las bardas más cerca para jonrones espectaculares, sobre todo para los zurdos. Las piedras en todos los jardines como para hacer que cada roletazo de hit se convierta en un juego de pinball electrónico de caprichosas formas donde la pelota hace todo tipo de movimientos, pero ninguno de manera uniforme o rectilíneo. La famosa piedra de la tercera base, la que según la leyenda si se quita se abre un portal estilo Stranger Things. El back stop más peculiar de la liga hecho de piedra caliza, cantera ocre, arcilla comprimida y vegetación espinuda, de esa que si la tocas te quema como abrazo de suegra, por lo tanto, si la bola se le va al cátcher tomará una docena de caminos posibles.

Tengo que decirlo: para todo beisbolista que se respete le gusta este campo. No creo que haya tenido épocas mejores, pero tampoco muchos de nosotros ya no estamos como para jugar en una mesa de billar, ya nos vale muy poco cuidar el rostro, nos podemos desangrar sin remordimientos, algunos de los despojos humanos que ahí jugamos estamos hechos de un material inmortal que en medio de la asfixia de robarnos una base no nos interesa rasparnos las rodillas sino subsistir y mantener nuestro corazón latiendo y seguir jugando beisbol.

Cuando escribo lo anterior es porque acabo de cacharle ocho interminables entradas a Don Jimmy. Cada entrada no duraba tres outs sino tres días. Lo normal es que fueran tres tristes TIGRES de Carlitos Castilla, pero eran más de 18 infelices que se ensañaban bateando con el único fin egoísta de “subir su porcentaje” … mal amigos, ¿Y mis rodillas qué?.

Hoy que escribo todo esto, un día después de regresar al Pedro Vázquez, encuentro refugio en una cubeta con hielo para mis codos y en unas cuentas medicinas genéricas que todas terminan en “ona” y que procuran sacar de mi cuerpo todos los demonios que tragué ayer en cada perpetua entrada cachando en este espantoso sol de julio, ¿pero saben? ¡Valió la pena cada maldita entrada, cada maldito minuto jugado y cada uno de los tres ponches que atizó don Jimmy a la enorme batería de los TIGRES!!.

Trascribo aquí la narración radial que se hizo del juego:
Amigos fanáticos del rey de los deportes, parte alta de la segunda entrada, Don Jimmy sale de nuevo al montículo con toda la confianza del manager Fito Morales, el sexagenario toma la pelota de béisbol, la esconde en un viejísimo Palomares y recordando muy bien el turno anterior del cuarto bate, acaricia la pelota, pisa la placa de la demacrada colina de lanzamiento. Los ojos cansados fijos en la mascota no pestañean nada sabedores de lo que sólo él sabe que va a tirar, la boca se abre un poco, como suspirando por su eterno cigarro. Mira hacia el extremo izquierdo, no hay nada más que un perro pulgoso rascándose la oreja mientras que molesta a todos los que intentan comer algo. La casa llena, dos out. Don Jimmy intenta lucirse pues su mujer lo mira desde el dugout. El bateador piensa que pondrá la bola al otro lado, probablemente intentando impresionar a su coach y su cédula de 35 jugadores… el viejo jugador niega con la cabeza las señas del cátcher y lanza con esa aspa de molino derecho una tremenda recta de 35 millas que hace tronar la espalda del petulante bateador que despierta de su luna de miel, ahora se llena de paciencia y espera la pelota, la ensarta con tremendo faul que se va hacia la casa donde dos enormes rottweiler la destrozan inmisericordemente.

El cátcher se acerca a Don Jimmy, una breve conferencia en donde le aclara que con dos strikes no la vaya a cagar con el mismo lanzamiento… le pide a Don Jimmy bola adentro y abajo, la de humo, el cátcher hace señales con la cabeza y la mascota al mismo tiempo.
- “La próxima vez que hagas eso, te la voy a meter por donde se te olvidó limpiarte” … quizás piense el pitcher, después de ver al batazo asesino que acaba de hacer, quizás otro pícher si, Don Jimmy no porque es un caballero. Yo si lo pensaría…

El bateador se afianza un pasito adelante del home, evidente falta a la regla pues está bateando dentro del campo, pero eso no le importa, jocea, fanfarronea, se regocija en su pensamiento de gloria, poder y Gran slam. Llega el instante; el pitcher acepta la señal, mira de nuevo a Doña Neli, ¡La pelota abandona la mano en forma de nudillos, la bola parece una mariposa!!!, casi llegar al plato ya ha perdido su vigor y chilla apenas al morder el polvo de la mascota. ¡Todo lo que se escuchó en la Unidad Vasconcelos es la espalda del bateador que cruje al buscar el todo y encontrar la nada! ¡Aaaaaamonos a morder el polvo! Tremendo chocolate para cerrar la entrada. Marcador al finalizar la 2ª entrada Tigres 22 Bo2 3 carreras...

De eso se trata el beisbol de matar o ser matado en cada turno amigo radioescucha, la pelota se fue al centro del universo, ahí donde termina la entrada y nacen los recuerdos.

MARIANO ESTRADA MARTÍNEZ
PD. Es un honor para mí jugar con tantas leyendas vivientes del beisbol local. ¡Vivan los Tigres!




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