Mi querida Tercera Fuerza: "Ahora ya casi..."
San Bartolo Coyotepec, Oaxaca a 18 de Julio de 2024
Ahora ya casi...
El sol se oculta ya, las tinieblas trepan en el profundo seno de los valles de San Bartolo. Me detengo un momento entre la oscuridad y las negras gargantas de la noche para repasar todas las cosas que tengo que llevar para el partido de mañana. Las altas copas de los árboles vistas desde mi ventana van y vienen como fantasmas tenebrosos, guardianes de la noche agitándose como mis pensamientos que como jugador y dueño de un equipo en mi mente se agolpan en forma de nubes negras como tormentas: que si llegan, que si las cosas, que si los arreos, que si nos completamos, que si el rival, que si por fin ganamos.
Y después de un largo momento en que consagraba mi alma a soñar despierto del qué se sentiría ganar por fin un juego, una transición lenta y penosa de la oscuridad a la luz me sorprende el día con un sentimiento de esperanza y pre festejo y un deseo de querer ganar se apoderó de mí.
Pero volviendo de aquel encantado mundo de los sueños suena el teléfono y empiezan los mensajes de siempre: tengo dengue, ando crudo, estoy en el Istmo, no tengo carro. La realidad me rodea; ¡ay! había repasado en mi mente aquellos hermosos cuadros de un juego bien jugado y bien ganado y se aleja con pasos rápidos y amarga mi disposición al juego.
¿En dónde estoy? ¿Qué era entonces? ¿A dónde vamos a parar? Soy el capitán, dueño y jugador de un equipo y un suspiro de angustia respondía a cada una de estas preguntas que me hacía, pero un capitán no renuncia, no se rinde.
Ese domingo cruzaba un sendero estrecho y escabroso, ya eran casi las 9 y éramos 7 personas, cercado por las secuelas del dengue, con mis rodillas achacosas y mis brazos quebradizos pero mi voluntad al límite me apunté para jugar la tercera base y ser segundo bat. La sombra del dengue interceptaba mi cuerpo, mis ganas de ganar me ofrecían un bienestar relativo, merced a los consejos de los doctores de días de reposo, disfruté de un gran juego de pelota empatado a 7 hasta la 9ª entrada.
Ya se me figuraba hallarme cerca de ganar por primera vez, sólo necesitábamos una carrera para ganar, llenamos la casa, no hay out… el gane en 3ª. Un partido apretado, fatigoso para mí pero emocionante y cerrado. Veía la tierra prometida, cálida, anhelada, deseada desde el fondo de mi alma beisbolera... ¡ahora sí voy a ganar!
Vino la catástrofe. Tuvimos una pobrísima forma de correr y literalmente regalamos tres outs de una manera por demás infame, denigrante y absurda.
Aparecieron todas las sombras y para satisfacer su curiosidad queridos cuatro únicos y fieles lectores, tengo que contarles que perdimos en la décima entrada.
Me he resignado a pensar que tenemos una maldición como la del Bambino, la de la cabra o la de la chicatana porque nos hemos esmerado, tengo caballos, tengo refuerzos extranjeros, tengo mucho trabajo e ilusiones, pero prevalece una situación que raya en la miseria…
He conocido a muchas personas con preocupaciones bastante más importantes, seres cuya oscuridad es mucho más densa por problemas verdaderamente serios, tan cierto estoy de eso que se los dejo bajo el amparo de la divinidad.
Mientras tanto me regreso del campo en silencio, la frustración me roba la voz, la sed y la emoción.
Me abraza mi hija, me abraza mi esposa, me dicen que estuvo muy bueno el juego, que gritaron mucho, que han visto que ahora si parecemos mas a un equipo y que se jugó bien aunque no se ganó.
Después de este abrazo volví a sentir que ahora sí puedo ganar, el semblante luminoso de mi familia me contagia, me anima, me saca del pozo, la simpatía y la admiración que siento por su optimismo y por su visión distinta de la mía la agradezco y vuelvo a pensar en el siguiente domingo, y no sé, quizás ahora sí ganemos.
MARIANO ESTRADA MTZ
PD. Este domingo juagaremos el último juego del ANEXO A antes de que se convierta en un campo de nivel mundial.
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