Torneo LXXXI: Israel Canseco Ruíz

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Mi querida Tercera Fuerza: "¡Tú la guitarra y yo matraaaaca!..."



San Bartolo Coyotepec, Oaxaca a 2 de Agosto de 2024



¡Tú la guitarra y yo matraaaaca!...


Por fin gané un partido, me siento dichoso, ya me veo en un bote sobre el Río Sena saludando a mis 4 fans los cuales me miran jubilosos pidiendo autógrafos y gritando sobre el Pont Neuf francés: ¡Vientos Don Mariano ganamos! ¡Tortugas, tortugas! ¡Viva México! ¡Hazme un hijo! ¡Te pongo un Oxxo! Y otras tantas linduras que por pudor no describiré aquí.

Jugué y además bateé un tablazo de más de 300 pies (unos metros arriba y atrás de la tercera pues) aunque nada más que de faul, pero estuvo chido, tan es así que desde las gradas se dejó escuchar un sonido de admiración e incredulidad momentánea.

Ganamos y jugué. Me merezco la gloria olímpica, un discurso a mi hazaña, una estatua en Calzada de la República, una medalla al valor de esos que los gobernantes les entregan a héroes de guerra, a bomberos sin miedo, a la Diosa Centeotl. Soy vencedor, gané, triunfé, derroté a un gran equipo sotanero de mi querida 3ª fuerza de mi querida Liga Vasconcelos y de la cual soy sotanero también.

Miro hacia las gradas, buscando a mi mayor fuente de apoyo: A Toñito de las chelas, pero no está porque jugué en el ANEXO “A” y allí no venden chelas y además los baños cuestan cinco pesos. Pero entonces siento la mirada de mi hija y de mi esposa ellas si estaban ahí, con sus ojos brillantes y una sonrisa nerviosa. Laurita siempre ha estado allí desde que empezó mi carrera en Tercera fuerza hace 20 años y después de hace 20 años sigue ahí en Tercera Fuerza conmigo y ella desde hace 20 años siempre ha estado allí alentando, incluso cuando las cosas se ponen feas y difíciles como casi todos los demás domingos.

¿No es difícil pensar entonces que, después de 30 años jugando béisbol y que haya yo ganado un juego quiera hablar de mí? Así orgulloso y hinchado como estaba le pregunté a mi hija, que es una de mis cuatro lectores:
- ¿Qué título le pondrías a mi texto de esta semana? (sabía que me iba a contestar algo así como “Mi papá el más guapo” “El día más feliz de mi vida” o algo por el estilo)
- ¡Matracas! – Dijo
- ¿Matracas? –Pregunté
- Claro, mi mamá y yo estuvimos todo el juego apoyándolos, quedé ronca, afónica gritándote todo el tiempo y hasta se descompuso la matraca…

Dice una canción de Lila Downs, que dice un dicho que a su vez dice la gente: “Bien sabe el diablo a quién se le aparece”. Y mi hija de quince años me llevó de pronto del Pount Royal de los inmortales franceses al Puente Valerio Trujano bañado por las turbias aguas del Atoyac y no precisamente en un yate parisino lleno de drags y gay bailando, sino más bien tratando de cruzar por las aguas estancadas de la lluvia de un día antes. Me llevó en pocas letras a la realidad.

Pero en cierto modo y como dice un dicho español: “Bien juega, el que no juega”, yo no había visto lo afortunado que soy y que he sido contando con ese gran apoyo y a todos que como yo lo acompañen a ver sus juegos sus familias y amigos y sobre todo la mujer del jugador que se alegra que su marido gane o pierda y está allí en las buenas y malas.

Hay porras hermosas como:
- ¡Que baile la mujer de ese bateador!
- ¡La porra quiere carreras, la porra quiere carreras, la porra quiere carreras y ustedes las van a anotar!!
- ¡El pícher, el cácher, el cuadro y el jardín… tortugas se tienen que lucir!!!
- ¿Cómo quiere que se ponga Don Mariano? ¡Que se ponga gorilón, gorilón Uh ah uh ahaha!
- Tortuga, tortuga movimiento tortuga nanananá (Con tono de Chawi y Máynez)
- Naranja dulce, limón partido, dame un batazo que yo te pido, si fuera doble me gustaría si fuera triple me encantaría y si es jonrón mucho mejor.
- ¡Además de guapos juegan bien plap plap!
- ¡Además de guapos juegan bien plap plap!
- ¡Además de guapos!
- ¡Además de guapos!
- ¡Además de guapos juegan bien uh eeeeeh!

Eso gritan cuando las cosas van bien, que en nuestro caso es casi nunca, por eso se les olvidan las porras positivas y en cambio se escuchan más los mantras mata-autoestimas como:
- ¡Cuadro ayuden a su pícher!
- ¡Ponte falda!
- ¡Ponche seguro!
- ¡Vamos gente están bien muertos, agarren una!
- Sacaremos a ese buey de la lomita (Y yo ando pichando)
- ¡Ampáyer ciego!
- Etcétera

Sea lo que sea mi hija tiene toda la razón, la motivación y la confianza que la porra da a los peloteros de cualquier Fuerza proporciona una energía especial para hacer mejor las cosas y además provee un ambiente positivo y alentador que, quieran que no; queridos cuatro lectores, los cánticos, porras y aplausos nos sirven de mucho a los peloteros. El comportamiento de algunas porras o personas también afecta a los jugadores y al mismo ampáyer. Si la porra es respetuosa y apoya de manera positiva, crea un ambiente favorable, sin embargo, si hay violencia o insultos, puede afectar negativamente la concentración y el estado mental de los jugadores o del ampáyer.
Algunos jugadores se sienten inspirados por la pasión de la porra y dan lo mejor de sí mismos y otros pueden sentirse abrumados o distraídos por la presión y la tensión constante como el caso de algunos papás castrosos o managers que lejos de impulsar y elevar, hunden y achacan tus obvios errores.

- ¡Agarra un carajo! ¡Estás jugado basura! – Me dicen.
- ¿A poco? No lo sabía. – Pienso; creí que tirar mal o no cacharla era parte de lo que tengo que hacer…

En resumen, las porras son una fuerza positiva o negativa en el juego, y también sienten satisfacción como cuando a veces haces una buena jugada o metes un hit (como a veces me pasa) y sienten dolor y angustia cuando te lastimas o pierdes (como siempre me pasa).
Cada jugador es distinto, yo por mi parte soy sensible y canto nadie me quiere, todos me odian mejor me como un gusanito… otros jugadores en cambio les valen tres cacahuates lo que pasa alrededor y con o sin porra a favor o en contra son unos caballos donde y como sea.

La pasión es parte fundamental de cualquier deporte y la porra la vive con una especial intensidad, se emociona y se frustra, se llena de esperanza y explota en júbilo o tristeza. Es una emoción muy distinta a la del jugador, pero de que las porras le sufren y le gozan no cabe duda.

Hoy estas líneas van para todas las porras, pero en especial para la de la TORTUGA. (Si quieren pueden escribir y dedicar sus propios textos a sus propias porras de sus propios equipos de sus respetivas fuerzas y a sus respectivas mujeres) Pero como yo estoy escribiendo quiero dedicar este mensaje a mi esposa que además es la patrocinadora de la Tortuga y a mi hija que cada domingo ambas dan lo mejor de ellas para mí y para todo el equipo y que además después me tienen que aguantar toda la semana festejando o llorando sobándome raspones y moretones.

¡Tortugas, tortugas, con garra y caparazón!




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