Mi querida Tercera Fuerza: "El Anexo "A", Natanael Cano y yo"
San Bartolo Coyotepec, Oaxaca a 25 de Agosto de 2024
El Anexo "A", Natanael Cano y yo
Me acabo de enterar que quieren meter el bote a Natanael Cano, mismo que se iba a presentar en el VASCONCELOS, confieso que no sé quién diablos es ese cuate, lo único que me dijeron es que tiene corridos tumbados y belicosos, los cuales junto a la Casa de los Famosos y la Decepción Mexicana de Futbol ni en mis peores momentos de ocio los oigo ni los veo.
Así que aprovechando que ya no va estar ese cantante me dije a mi mismo: ¿Y qué tal se hago mi propio corrido? ¿Será fácil o difícil? Total, tiempo hay llevamos tres semanas sin jugar, la culpa la tiene la Liga de mi ociosidad y del presente escrito.
Vale la pena intentarlo, pondré un poco de contexto, que sirve de pretexto para mi final texto:
En los ochentas empecé a jugar béisbol, cual perrito solovino y medio huérfano llegué a la Escuela de béisbol de Don Pedro Cardenal y del profe Nemorio el mismo día que el Pirri, Pato Venegas, el Doctor Saúl, el abuelo Hiram y otros más que iban acompañados de sus padres excepto yo. Confieso que no llevaba guante, tenis, o uniforme deportivo, sólo una gorra vieja que encontré tirada y que decía “Rincón de Guayabitos”, así que desde que entré el primer día de entrenamiento en el CAMPO B, Don Pedro me bautizó como el GUAYABITO, y ese fue mi apodo toda mi infancia beisbolística sin padre ni madre ni apellidos.
Amaba esos campos carajo, toda la semana entrenaba en el B. Los sábados jugábamos softbol en el A y domingo en tercera fuerza de la Liga Oaxaca en el horario de las tres de la tarde dentro del estadio Vasconcelos. Yo vivía cerquita de los campos y mi escuela era la famosa 14, así que por la mañana lo cruzaba de lado a lado y en las tardes y fines de semana me la vivía en el A y B. En la pobreza en la que crecí el A y el B eran mi segundo hogar, un espacio de vida, de descubrimientos, de júbilo y de mi segunda familia.
En el barrio de Jalatlaco, donde huele a piel curtida,
vivió Guayabo el chiquillo de una casita perdida
No tuvo nombre sólo apodo, con un bate en la mano,
Desde niño demostró, que sería un gran hermano.
Con su gorra bien tumbada y su estilo sin igual,
Guayabo se hizo leyenda, en el campo de béisbol.
Con cada swing y cada turno siempre se hacía ponchar,
Y en cada juego que jugaba, lo tenían que sentar.
Un domingo mi hermano y yo cachábamos un rato, pero una terrible broma cambió mi destino por un buen tiempo, pues en vez de pelota aventó una piedra la cual rompió mi profundamente ceja y el sangrado era exagerado, como buenos beisbolistas de 3a Fuerza no había agua sólo cerveza así que me lavaron la cara con mucha cerveza y metieron quien sabe qué cosa en la herida para que dejara de sangrar.
A mis 14 añitos llegué a la casa, apestando a tierra y a cerveza, todo sangrado y muy espantado. Mi santa madre me puso una santa madriza que todavía me duele, no así sus chanclazos; sino lo que me decía mientras me bañaba y trataba de ver la gravedad de la herida: “Yo te parí yo te voy a matar si vuelves a llegar borracho”.
Me castigaron, dejé de jugar un tiempo, me metí al coro de la parroquia de Consolación y me fui de Misionero abandonando el béisbol por unos 15 años.
Desde Oaxaca hasta el norte, su fama se extendió,
Con su equipo siempre al frente, muchas victorias lograron.
Pero no solo en el campo, Guayabo era un campeón,
Ayudaba a su gente, con gran dedicación.
(Coro)
Guayabito Guayabito, sueña en el monte
Que un día jugará béisbol
Guayabito guayabito
Dios perdona, el tiempo no.
Muchos años después volvió
De sus años de vocación y servicio
Pero los campos de sus sueños no estaban
Ni sus compañeros de vicio.
El campo B era una escuela en ruinas
Y el campo A repletos de carros hervía
Ya que por fin el Guayabo un guante nuevo tenía
Su espacio sagrado ya no existía.
Buenos amigos los que a mí me han rodeado, dijo
siempre al cien con los que me echaron la mano
se fue pal norte, del lado de San Bartolo
pa´char la cáscara y la polilla y al final unas buenas frías.
Aquí, nunca nos vamos a quejar,
¿para qué vamos a voltear pa’ atrás?
Ya está amigos, para que no extrañen ni a los campos, ni al Natanael ni tampoco a mí que de seguro con este texto ahora si pierdo más lectores.
Mariano Estrada.
San Bartolo Coyotepec agosto de 2024
PD. Disfruten los últimos juegos del A y del B. No sé ustedes, yo si lloro.
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